jueves, 18 de septiembre de 2014

Chéjov y Zola



Antón Pávlovich Chéjov (en ruso Антон Павлович Чехов), (* Taganrog, 17 de enerojul.29 de enero de 1860greg. - BadenweilerBaden-Wurtemberg (Imperio alemán), 2 de juliojul./15 de julio de 1904greg.) fue un médicoescritor y dramaturgo ruso. Encuadrable en la corriente naturalista, fue maestro del relato corto, siendo considerado como uno de los más importantes escritores de cuentos de la historia de la literatura. Como dramaturgo escribió unas cuantas obras, de las cuales cuatro son las más conocidas, y sus relatos cortos han sido aclamados por escritores y crítica. Chéjov compaginó su carrera literaria con la medicina; en una de sus cartas escribió al respecto.
Dejó de escribir obras teatrales después de la mala acogida que tuvo su obra La gaviota (en ruso: "Чайка") en el año 1896 en el estatal (imperial) Teatro Alexandrinski de San Petersburgo. Sin embargo, esta misma obra tuvo un gran éxito en el año 1898, interpretada por la compañía Teatro del Arte de Moscú de Konstantín Stanislavski, por lo cual representó también Tío Vania ("Дядя Ваня"), Las tres hermanas ("Три сестры") y El jardín de los cerezos ("Вишнëвый сад").
Al principio Chéjov escribía simplemente por razones económicas, pero su ambición artística creció, introduciendo innovaciones que han influido en la evolución de los relatos cortos. Su originalidad consiste en el uso de la técnica del monólogo, adoptada más tarde por James Joyce y otros escritores del modernismo anglosajón, además del rechazo de la finalidad moral presente en la estructura de las obras tradicionales. No le preocupaban las dificultades que esto planteaba al lector, porque consideraba que el papel del artista es realizar preguntas, no responderlas.


Émile Zola (ParísFrancia2 de abril de 1840 – ibídem29 de septiembre de 1902) fue un escritor francés, considerado como el padre y el mayor representante del naturalismo.
Tuvo un papel muy relevante en la revisión del proceso de Alfred Dreyfus, que le costó el exilio.
Émile Zola nació en París, hijo de un ingeniero italiano naturalizado y de madre francesa. Su familia se trasladó a Aix-en-Provence y tuvo graves problemas económicos a la muerte temprana del padre. Tuvo como compañero de colegio a Paul Cézanne con quien mantendría una larga y fraternal amistad. Volvió a París en 1858. En 1859, Émile Zola suspendió dos veces el examen de bachillerato. Como no quiso seguir siendo una carga para su madre, abandonó los estudios con el fin de buscar trabajo.
En 1862 entró a trabajar en la librería Hachette como dependiente. Escribió su primer texto y colaboró en las columnas literarias de varios diarios. A partir de 1866, cultivó la amistad de personalidades como Paul Cézanne [Paul Cézanne} Édouard ManetCamille Pissarro y los hermanos Goncourt.
En 1868 concibió el proyecto de Les Rougon-Macquart, que empezó en 1871 y concluyó en 1893. Su aspiración era realizar una novela «fisiológica», a la que intentaba aplicar algunas de las teorías de Taine sobre la influencia de la raza y el medio sobre el individuo y de Claude Bernard sobre la herencia. "Quiero explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres humanos, se comporta en una sociedad, desarrollándose para dar lugar al nacimiento a diez o a veinte individuos que parecen, a primera vista, profundamente diferentes, pero que el análisis muestra íntimamente ligados los unos a los otros", dirá Zola en el prefacio de la primera novela de la saga, que sigue, aunque solo en parte, el modelo de Honoré de Balzac en la Comedia humana. El subtítulo de la serie reza «Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio».
Escribió finalmente dos ciclos de novelas más, pese a su salud. La primera, fue la gruesa serie de Las tres ciudades, trilogía compuesta por Lourdes (1894), Roma (1896), París (1898).
La segunda fue la tetralogía que denominó Los cuatro evangelios, formada por Fecundidad (1899), Trabajo (1901), Verdad (1903) y la inconclusa Justicia. En un artículo largo y famoso, un escritor tan distinto, Henry James, que llegó a conocerle, señaló el carácter mecánico y poco enérgico de esas últimas obras, pero hacía el siguiente balance global: "nuestro autor era verdaderamente grande para tratar asuntos que le eran apropiados. Si los otros, los asuntos de orden personal o íntimo, más o menos inevitablemente lo hacían 'traicionarse', le cabe no obstante el gran honor de que cuanto más promiscuo y colectivo podía ser, aun cuanto más podía ilustrar nuestra gran porción natural de salud, sinceridad y grosería (por repetir mi impugnación), más podía impresionarnos como penetrante y verídico. No fue un honor fácil de alcanzar ni es probable que su nombre lo pierda en poco tiempo".1 No lo ha perdido en absoluto.

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