martes, 5 de agosto de 2014

Romanticismo

Algunos críticos consideran Baladas líricas (1798), de Williams Wordsworth y Samuel Coleridge, la primera obra de este movimiento, pero otros mantienen que apareció una década antes con las obras de Robert Burns, William Blake y Mary Wollstonecraft. Son también importantes figuras en el Romanticismo inglés los escritores John Keats, Percy Byssche Shelley, Charles Lamb y Sir Walter Scott. En Alemania, la corriente se fraguó en las obras de Johann Wolfgang von Goethe, Clemens Brentano y los hermanos Grimm, y en la ideología de los filósofos Johann Gottlieb Fitchte, Friedriche Schelling, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, y Immanuel Kant, aunque este último se asocia más con la Ilustración. El Romanticismo penetró en Francia después de la Revolución (1789-1799). Figuras importantes incluyen a François-René de Chateaubriand, Alexandre Dumas, Théophile Gautier y Victor Hugo. De hecho, el prefacio a la obra Cromwell, de Hugo, (1827) es considerado el manifiesto del movimiento. En Estados Unidos, Edgar Allan Poe, James Fenimore Cooper y Washington Irving son algunos de los escritores románticos más destacados.
El periodo romántico en España fue tardío y fugaz. Llegó a su apogeo a mediados de los años 1830, durante la primera guerra carlista. Ya para el 1840 el Realismo había entrado en el panorama cultural. El Romanticismo también llegó a Hispanoamérica. El indigenismo, la naturaleza y el pasado nacional de cada país son algunos de los temas que más abordaron los escritores latinoamericanos.                                             Walter ScottEscritor, poeta y editor escocés, Walter Scott fue una de las principales figuras del movimiento romántico en Gran Bretaña, cuyas novelas históricas, en las que se le considera un verdadero pionero del género, se hicieron famosas en toda Europa.
Tras estudiar derecho en Edimburgo, Scott comenzó a escribir recopilando leyendas y cuentos escoceses, germen del componente nacionalista que luego imprimiría a sus obras históricas, de corte romántico. Scott compaginó la escritura con su trabajo de abogado y hasta montó una pequeña editorial en la que publicó sus poemarios, versos que le dieron sus primeros momentos de fama, aunque la crítica restó importancia a estos trabajos en comparación con su narrativa posterior.Las obras históricas de Scott se iniciaron con la publicación de Waverley (1814) y Rob Roy, pero fue con una de sus obras más conocidas, Ivanhoe (1819) con la que alcanzó un mayor éxito que le llevó a escribir no sólo sobre Escocia o Inglaterra sino sobre otros países como la Francia de los Luises. Sin embargo, Scott mantuvo su identidad como novelista en secreto para que no interfiriera en su carrera como poeta, algo que no pudo hacer a partir de 1825, momento en el que su popularidad comenzó a decaer.La obra de Scott está considerada como una de las más influyentes en el continente europeo y su componente romántico se aprecia en multitud de obras posteriores en distintos países. Sus novelas han sido llevadas al teatro al cine y la televisión en multitud de ocasiones y su figura se alinea con la de los grandes autores de la literatura universal.Sir Walter Scott murió en Abbotsford el 21 de septiembre de 1832.Jorge IsaacsSe sabe poco de su infancia. Se sabe que estudió primero en Cali, luego en Popayán, y por último en Bogotá, entre 1848 y 1852, durante el gobierno de José Hilario López. En su poesía, Isaac evoca el Valle del Cauca como el espacio idílico en que transcurrió su infancia, y la marcha a Bogotá debió suponer para él un paso difícil. Regresó a Cali en 1852, sin haber terminado el Bachillerato. En 1854, luchó en las campañas del Cauca contra la dictadura del general José María Melo, por 7 meses. Su familia atravesó por entonces una difícil situación económica a causa de la guerra civil. En 1856 se casó con Felisa González Umaña, que contaba por entonces catorce años, y que le daría abundante descendencia y perseverancia para que se escudara de ellos fue un famosísimo escritor que atravesó Europa, Asia y África.Intentó dedicarse al comercio, sin mucho éxito, y probó suerte con la literatura. Sus primeros poemas datan de los años 1859-1860; en la misma época, emprende la escritura de varios dramas históricos. En 1860 tomó de nuevo las armas para combatir al general Tomás Cipriano de Mosquera, que se había levantado contra el gobierno central, y combatió en la batalla de Manizales. En 1861 murió su padre; terminada la guerra, Isaacs regresó a Cali para encargarse de los negocios paternos, llenos de deudas. Tuvo que desprenderse de las haciendas "La Rita" y "La Manuelita". Sus desventuras económicas le llevaron en busca de abogados a Bogotá, donde encontró eco su actividad literaria. Leyó sus poemas a los miembros de la tertulia "El Mosaico", quienes decidieron costear su publicación (Poesías, 1864). En 1864 supervisó los trabajos del camino de herradura entre Buenaventura y Cali; durante el año en que desempeñó este trabajo, comenzó a escribir su novela María. En esta época también, debido a lo insalubre del clima, contrajo el paludismo, enfermedad de la que terminaría por morir a los 58 años de edad.


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Los románticos hacían hincapié en el individualismo y el subjetivismo. De allí surgió un interés en el interior del hombre y los misterios de la subconsciencia. El énfasis en el yo impulsa una reivindicación del gusto particular, rechazando el principio de la belleza universal.
Los románticos rescataron las grandes obras del Siglo de Oro, como las de Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Los protagonistas de estas obras sirvieron como modelo del prototipo romántico: Don Juan como el héroe rebelde y  Don Quijote como el idealista y soñador.



Este desencanto llevó a una tendencia evasiva. Los románticos se sentían atraídos a lo medieval, en particular lo gótico, y los lugares exóticos. También había una fascinación por lo nocturno, las ruinas, los sepulcros, lo paranormal, las tempestades, los castillos abandonados, lo terrorífico y la fantasía. Para los románticos no españoles, España era un lugar exótico. Un ejemplo es Washington Irving, quien pasó un tiempo en España y escribió Cuentos de la Alhambra (1832).


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